jueves, 8 de mayo de 2008

¿No hay tiempo para el amor?

Claudia Campos. MHS

Muchas parejas se quejan de que “ya no tienen tiempo para hacer el amor”, y la excusa que dan es que “sus actividades los mantienen demasiado ocupados”. En casos como éstos, ambos miembros de la pareja deben escoger determinados momentos para disfrutar la intimidad... ¡a pesar de todo!.
Aunque pueda parecer algo bastante calculado y frío el reservar ratos para el sexo, es una medida efectiva que resuelve una situación de alejamiento inconsciente que se produce en muchas parejas. Más que una obligación, al encuentro sexual así programado se le puede dar la importancia de una “cita” romántica. Y bajo ninguna circunstancia –exceptuando una situación de emergencia- se puede permitir que factores ajenos interrumpan esa sita preestablecida. Este método ofrecerá un aliciente para disfrutar más del encuentro sexual cuando éste se produzca.
Aunque muchas parejas no lo reconocen, algunas veces lo que ellos ven como “problemas sexuales” no se trata de otra cosa que de un caso de incompatibilidad de horarios. Si a usted le gusta acostarse temprano mientras su compañero se queda viendo la televisión hasta altas horas de la noche, lo normal es que surjan problemas en sus relaciones íntimas. Es preciso reconocer esto de manera que ambos puedan hacer los ajustes correspondientes, sincronizarse, y así disfrutar de una vida sexual más satisfactoria... y activa.
Tampoco haga el amor con el reloj en la mano, contando los minutos. Infinidad de parejas que tienen demasiadas obligaciones sociales se ven en la necesidad de medir el tiempo que dedican a hacer el amor. Ya sea porque tienen que asistir a un evento determinado, llegar a una cita de negocios, o levantarse muy temprano al otro día, reduciendo así su vida íntima a un período de tiempo marcado estrictamente por el reloj.
En algunas situaciones, esta es la única manera en las parejas pueden tener relaciones sexuales, pero por lo general no resultan gratas. No permita que usted y su pareja se conviertan en esclavos del reloj. Con la prisa rara vez se disfruta a plenitud de la relación sexual, y con el tiempo la intimidad llega a deteriorarse por completo.

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